Dermatología Clínica Veterinaria

subglobal1 link | subglobal1 link | subglobal1 link | subglobal1 link | subglobal1 link | subglobal1 link | subglobal1 link
subglobal2 link | subglobal2 link | subglobal2 link | subglobal2 link | subglobal2 link | subglobal2 link | subglobal2 link
subglobal3 link | subglobal3 link | subglobal3 link | subglobal3 link | subglobal3 link | subglobal3 link | subglobal3 link
subglobal4 link | subglobal4 link | subglobal4 link | subglobal4 link | subglobal4 link | subglobal4 link | subglobal4 link
subglobal5 link | subglobal5 link | subglobal5 link | subglobal5 link | subglobal5 link | subglobal5 link | subglobal5 link
subglobal6 link | subglobal6 link | subglobal6 link | subglobal6 link | subglobal6 link | subglobal6 link | subglobal6 link
subglobal7 link | subglobal7 link | subglobal7 link | subglobal7 link | subglobal7 link | subglobal7 link | subglobal7 link
subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link | subglobal8 link

Casos clínicos

Caso canino nº 1

Paciente. Terrier alemán de caza, 1,5 años, hembra, 7 kg.

Fecha de consulta. Febrero '03.

Antecedentes. En el verano '02 presentó un cuadro similar que fue controlado por otro veterinario con una dieta a base de caballo y arroz y una inyección de corticoides. En diciembre '02 reaparece el proceso no siendo controlado con la dieta e inyecciones de corticoides.

Convive con otros perros, los cuales no muestran lesiones cutáneas.

Cuadro clínico. Es un proceso pruriginoso con multiples lesiones focales localizadas en flancos, ingles, axilas, extremidades anteriores y posteriores, con unas dimensiones desde 0,5 a 5 cm.

Área dorsal
Abdomen y pliegues inguinales
Extremidad posterior
Autoevaluación.
  1. Describir las lesiones observadas en las imágenes.
    En dorso presenta escamas (escamosis).
    El resto son lesiones focales alopécicas ulceradas, muy inflamadas (eritema). En algunos casos (foto 3) presentan una costra de serosidad por encima.
  2. Clasificar (imposible-improbable-probable-muy probable) entre los siguientes grupos de dermatopatías:
    1. Pioderma. Aunque alguna lesión parece estar complicada con infección secundaria, el diagnóstico de pioderma no es válido.
    2. Dermatofitosis. Los dos meses de evolución, el tipo de lesiones y su distribución, el hecho de ser claramente pruriginoso, y la no afectación de otros animales que conviven con el paciente, hacen muy improbable el diagnóstico de dermatofitosis.
    3. Dermatitis alérgica (atopia, DAPP, reacción adversa a los alimentos, dermatitis de contacto, etc.). Hay que considerar como muy probable un proceso alérgico ya que el signo principal es el prurito y porque supuestamente un proceso similar respondió hace unos 8 meses a un tratamiento de dieta de eliminación y corticoides. La edad de comienzo del primer proceso, hacia los 10 meses de vida, es típica de la atopia y las reacciones adversas a los alimentos.
      La distribución de las lesiones permite sospechar que, en su caso, no sería una DAPP (no hay la típica afectación lumbosacra; además este ataque es en invierno, si bien no se aclara el ambiente en el que vive) ni una dermatitis de contacto (están afectadas zonas con pelo).
      No obstante, las lesiones que aparecen son excesivamente inflamatorias respecto de los procesos alérgicos típicos, y en ningún caso se cumplen 3 de los 5 criterios diagnósticos de atopia propuestos por Prélaud.
    4. Dermatitis autoinmune (pénfigo, lupus, etc.). No existen lesiones ampollosas costrosas típicas de los pénfigos; tampoco se observan úlceras primarias (en principio no hay razones para no atribuirlas al mordisqueado del perro) que sugieran un proceso autoinmune. A la inspección de las mucosas y uniones mucocutáneas no se observan tampoco lesiones. Todo ello hace improbable el diagnóstico de una dermatitis autoinmune. No obstante la excesiva inflamación de las lesiones aconseja incluirlas en el diagnóstico diferencial.
    5. Trastornos de la queratinización (seborrea, etc.). Hay que considerar la presencia de escamosis como una complicación de la dermatopatía, no habiendo ningún otro signo para pensar que puede deberse a un trastorno primario de la queratinización.
  3. Citar las pruebas complementarias a realizar para diagnosticar la enfermedad.
    1. En primer lugar hay que hacer aquéllas de fácil realización, inmeditez y bajo coste: raspado cutáneo (negativo), lámpara de Wood (negativa) y citología (infiltrado inflamatorio granulomatoso compuesto principalmente por monocitos, algunos neutrófilos y mastocitos).
    2. Debido a los antecedentes del paciente y la inflamación de las lesiones:
      1. Se le practicó una biopsia (intensa infiltración linfoplasmocitaria, con presencia de mastocitos, difusa en toda la dermis, y superficialmente en tejido celular subcutáneo, sin aparente ruptura de folículos pilosos; lesión centrada alrededor de una vesícula ampollosa intraepidérmica, subcórnea, con ruptura de la capa superficial, e intensa infiltración aguda acompañante sobreinfectada por cocos). La imagen anatomopatológica es compatible con un pénfigo.
      2. Se le recetó una dieta de eliminación consistente en caballo y arroz.
  4. Tratamiento.
    Inicialmente se le trató vía oral con cefalexina y 5 mg prednisona al día, y lavados de las úlceras con povidona yodada.
  5. Evolución.
    1. A las 2 semanas: desaparece la inflamación de las lesiones y el prurito. Se retira el tratamiento con cefalexina, se reduce la dosis de prednisona (a días alternos) y se mantiene la dieta de eliminación.
    2. A las 4 semanas: sigue sin rascarse. Se reduce más la dosis de prednisona (2,5 mg cada 72 horas).
    3. A las 6 semanas: sigue sin rascarse. Se retira el tratamiento con prednisona.
    4. A las 8 semanas: sigue sin rascarse. Se reintroduce la dieta original.
    5. A los 4 días de reintroducir la dieta original reaparece el prurito, diagnosticándose una reacción adversa a los alimentos.

En este paciente hubo divergencias entre el cuadro clínico y el anatomopatológico, lo cual no es un hecho infrecuente. A pesar de que la imagen anatomopatológica era compatible con un pénfigo, la clínica del caso no lo era, ya que todas las lesiones parecían claramente secundarias al rascado. El diagnóstico final confirmó la impresión clínica.
No obstante, en medicina humana se ha comprobado la existencia de factores alimentarios relacionados con casos de pénfigo, aunque no parece que éste fuera el caso.

| Dirección de contacto | ©2003 Juan Rejas López.