Dermatología Clínica Veterinaria

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Artículos

Dermatofitosis: ¿qué hay de nuevo?

J Rejas López
Publicado en CONSULTA de Difusión Veterinaria, 1998, 6 (46): 79-80.

Los conocimientos sobre la tiña en perros y gatos se han incrementado en el último lustro. Actualmente se reconoce que en la mayoría de los animales esta enfermedad es autolimitante, resolviéndose espontáneamente en 2 y 4 meses, en perros y gatos respectivamente, si bien para evitar la extensión zoonósica de la enfermedad se recomienda tratar el proceso (Carlotti, 1996).

El protocolo terapéutico clásico (combinación de un tratamiento tópico y sistémico en el paciente, y control ambiental del material infectivo) se mantiene, aunque se ha incrementado el conocimiento sobre la efectividad de los métodos empleados.

La terapia tópica sirve para destruir el material infectivo y prevenir su diseminación al ambiente; la sistémica acorta el tiempo de infección en el animal; y el control ambiental tiene por objeto prevenir que la infección recurra y evitar que se contagie a animales o personas (DeBoer, 1997).

El tratamiento tópico debe abarcar toda la superficie de la piel, no siendo recomendable tratar sólo las lesiones localizadas ya que el material infectivo se encuentra presente también en áreas no lesionadas. Para una mejor aplicación se recomienda cortar el pelo sin llegar a rasurarlo, ya que los pequeños traumatismos en la piel debidos al rasurado favorecen la diseminación de la infección (DeBoer, 1997).

Se admite que el mejor producto tópico en dermatofitosis canina es el enilconazol; en gatos también es efectivo pero se citan casos de toxicidad, posiblemente por ingesta debida al acicalado; esta toxicidad no es predecible, habiéndose incluso documentado un caso mortal (DeBoer, 1997). También va bien la cal azufrada, que es segura, aunque presenta mal olor. La clorhexidina parece menos efectiva que los anteriores (DeBoer, 1997).

Estos resultados se basan en un estudio que comparó la eficacia in vitro de distintos antifúngicos sobre pelos infectados por M. canis , provenientes de perros y gatos (White-Weithers y Medleau, 1995). La aplicación de 2 tratamientos de enilconazol o de cal azufrada fue suficiente para conseguir cultivos negativos a partir de los pelos; sin embargo se necesitaron 4 tratamientos de clorhexidina o de yodo-povidona, y 8 de hipoclorito sódico o de ketoconazol; la aplicación de captán no provocó cultivos negativos tras los 8 tratamientos.

Los estudios in vivo parecen indicar que la eficacia del uso de antifúngicos tópicos depende de su combinación a fármacos sistémicos. Así, la sola aplicación durante 18 semanas, sin tratamiento sistémico, de clorhexidina no modificó la evolución de la enfermedad en gatos, respecto de los controles no tratados tópicamente (DeBoer y Moriello, 1995a). Sin embargo, el lavado semanal con un champú a base de clorhexidina y miconazol consiguió disminuir el tiempo de curación en gatos con dermatofitosis que también recibían griseofulvina (Paterson y col., 1996).

Respecto al tratamiento sistémico (DeBoer, 1997) la griseofulvina sigue siendo el fármaco de primera elección. El ketoconazol sólo se debe usar en las escasas dermatofitosis debidas a Trichophyton mentagrophytes que a su vez sean resistentes a la griseofulvina, no recomendándose en los procesos causados por Microsporum canis , debido a la frecuente resistencia del mismo. En los casos de tiñas por M. canis resistentes a la griseofulvina se recomienda la administración de itraconazol, aunque tiene el inconveniente de su elevado coste.

En resumen, el manejo de la enfermedad sólo con griseofulvina o itraconazol suele ser efectivo aunque, como se ha visto más arriba, la combinación de un tratamiento tópico adecuado puede disminuir el tiempo necesario de curación (Paterson y col., 1996). Por otro lado, la sola aplicación de antifúngicos tópicos no sólo suele ser ineficaz sino que puede predisponer a infecciones crónicas y recurrentes (Carlotti, 1996).

Por otro lado, recientemente se ha comprobado en distintos estudios que la desinfección del ambiente se ha venido realizando con productos que, a pesar de considerarse fungicidas, no son eficaces en estos casos, debido probablemente a que el tallo piloso protege al hongo de la acción del desinfectante (DeBoer, 1997). En un estudio piloto, Moriello y DeBoer (1996) observan que la mayoría de los desinfectantes más comúnmente usados no son útiles frente a pelos infectados por M. canis y esporas, demostrando su eficacia sólo la lejía no diluida y la formalina al 1%, productos que no pueden utilizarse de manera rutinaria por su poder irritativo y el riesgo para la salud humana.

Se podría resumir que, en la práctica, sólo son efectivos la lejía doméstica diluida al 1/10 (DeBoer, 1996 y 1997) y los aerosoles de enilconazol (DeBoer, 1997), habiendo demostrado también su validez varias soluciones esterilizantes para instrumentos médicos, a base de glutaraldehido o de dióxido de cloro estabilizado, así como un desinfectante (Virkon®S) para uso en locales donde residen animales de compañía (DeBoer, 1997).

Finalmente, en algunos países se comercializa una vacuna inactivada de M. canis que se recomienda para el tratamiento, que no prevención, de la dermatofitosis felina, la cual consigue mejorar la evolución del proceso, aunque no eliminar el microorganismo (DeBoer, 1997). Para DeBoer (1997) en la práctica su uso se restringe a los casos rebeldes, siempre en combinación con los tratamientos convencionales, y como parte del control de la enfermedad en criaderos de gatos.

Aunque los ensayos en gatos con vacunas inactivadas de M. canis no han conseguido prevenir la enfermedad cuando los animales se han expuesto al hongo (DeBoer y Moriello, 1995b), recientemente se ha comunicado que la aplicación en perros de una vacuna viva de M. canis sí produce una buena protección frente a la exposición al microorganismo (Rybnikar y col., 1996), por lo que en próximos años habrá que estar atentos a ver como evoluciona la eficacia preventiva de estos biológicos.

Bibliografía

Carlotti DN. (1996) Dermatophytosis. Diagnosis and therapy. Clinical Programme of the 3th World Congress of Veterinary Dermatology, 37-43.
DeBoer DJ. (1996) Treatment of dermatophytosis. Proceedings of the North American Veterinary Conference, 132-133.
DeBoer DJ. (1997) What's new in dermatophytosis?. Proceedings of the 14th Annual Congress of the European Society of Veterinary Dermatology, 15-18.
DeBoer DJ, Moriello KA. (1995a) Inability of two topical treatments to influence the course of experimentally induced dermatophytosis in cats. JAVMA, 207, 52-57. [Abstract]
DeBoer DJ, Moriello KA. (1995b) Investigations of a killed dermatophyte cell-wall vaccine against infection with Microsporum canis in cats. Res Vet Sci, 59, 110-113. [Abstract]
Moriello KA, DeBoer DJ. (1996) Environmental decontamination of Microsporum canis : in vitro studies of the efficacy of disinfectants. Book of Abstracts of the 3th World Congress of Veterinary Dermatology, 39.
Paterson S, Pott JM, Jones A. (1996) The use of 2% chlorhexidine / 2% miconazole shampoo in the treatment of dermatophytosis. Book of Abstracts of the 3th World Congress of Veterinary Dermatology, 72.
Rybnikar A, Vrzal V, Chumela J. (1996) Vaccination of dogs and calves against Microsporum canis . Acta Vet Brno, 65, 161-164. [Abstract]
White-Weithers N, Medleau L. (1995) Evaluation of topical therapies for the treatment of dermatophyte-infected hairs from dogs and cats. JAAHA, 31, 250-253. [Abstract]

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